marzo 21, 2009

Odiar me hace mejor persona


4 de Marzo, 2009

Me he dado cuenta, recientemente, que ante una diferencia contigo, busco refugio en el tabaco.
Porque me da calma, porque me sosiega, porque disipo en el humo el problema... pero no sacía. Fumo y fumo y el vacío permanece.
Como el humo mismo, visible… para luego no dejar rastro. Se huele, pero no es palpable. Deja marca, deja daño… y al final, ni la satisfacción permanece siendo mía.

Odias que fume.
..Pero yo odio querer tener tu atención, odio buscarla, no decírtelo y esperar que te percates... para luego resentirme si no pasó.
Odio la situación. Odio que no lo puedas ver (o decir). Odio al culpable –mente-

Aún así, sigo fumando.

Mi alma hermana me ha dicho una vez: “Odiar me hace mejor persona”
Y yo sonreí.

Entonces... ¿qué tipo de persona me hace el -a veces- odiarme?
Y vuelvo a sonreír por la ausente armonía de mis palabras.

Desde siempre, lo que jamás he querido es ser un problema. Detesto molestar, incomodar. Odio sentirme indeseada. La indiferencia es mi aliada… por eso tiendo a recurrir a ella, aún si es una mentira (blanca, gris, negra… mentira al final).
Odio que las personas le den importancia exagerada a otras. Odio ser lo que odio.

“Odiar me hace mejor persona”

..La impaciencia me consume y la rabia conmigo me da paz contigo.
Sin embargo, no puedo verte, no quiero verte. No te quiero más, y duele.
Pero a ti, amigo, amante, amor… no te odio. ¿Para que mentir? (blanco, negro, gris…) No te odio.

Odio no poder odiar a las personas y odio el hecho de tener que convencerme de lo contrario y sentenciar a alguna triste alma por mi debilidad, para sentirme medianamente complacida.

Odio las situaciones. Ya lo dije.

“Odiar me hace mejor persona”

¿Te has fijado… que pareciera que todo da vueltas y vueltas?
Como dos niños que se dan las manos y giran… y cuando la velocidad es más fuerte que ellos, terminan en el suelo, desconcertados, lejos el uno del otro (y en ocasiones, lastimados).

Odio que los problemas de mi mente parezcan ser mayores que mi determinación. Odio que mi corazón sea más débil que mi cuerpo.
Odio que mi cuerpo sea más débil que mi corazón.

No tiene sentido, y a su vez, le concedo todo el sentido posible.
Después de todo: El mundo no son sólo palabras.

Odio que suelas tener la razón. Odio que me cueste reconocerlo.
Odio más que no pueda decirlo.

Y aún así las letras seguirán siendo mi primer amor.
Ódiame si gustas. Yo te amo. Así de imperfecto.

“Odiar me hace mejor persona”

¿Qué importa ser bueno o malo?...



Iyari Feria.-