diciembre 10, 2011

Yo supe.


Una madrugada entre aquí y mis dedos teclearon sin más que no sabía que coño poner.
Hoy, a las ocho de la mañana, en el mes en el que el mal humor me abruma, sólo puedo acariciar el teclado con miedo y decir que olvidé cómo poner. Me aterro, del modo en que hace años me columpié sobre un barandal, ignorando la advertencia de mi madre, y después me fui de cara al suelo y me lastimé un ojo.
Sí, me aterra, con ese miedo tonto de infante, de quien sabe que está haciendo mal, y sigue haciéndolo... y sale herido, pero sigue, sigue, sigue... El punto es, que yo no he sabido seguir.
Qué vértigo no ver el suelo al caer.