Iyari Feria.-
Lunes, 13 de febrero, 2006.
Postrada frente a mi. Calma y silenciosa yo quise saber... yo me aventuré a preguntar.
Y ella esperaba ansiosa por escuchar.
-Lo que dice mi corazón es secreto, un secreto que se puede ir descubriendo poco a poco, si tú así lo deseas. Mas ya sabes lo que hay en el.
Yo callé.
“¿Lo sé?” me lo preguntaba a diario sin encontrar respuesta en mis pensamientos, sólo el eco de una dulce voz que apenas lograba recordar en los días en que el mundo no me era suficiente para vagar.
Y miraba el reloj colgado en lo que ya no parecía una pared, sino sólo restos de ruinas sin interés.
-Siento mi corazón poético- le confesé, de tal manera que parecía hablaba al aire.
"Me inspiras a amar"...-me confesaba con sus palabras- Y yo sólo podía pensar en su cuerpo; ese dulce objeto material fuente de toda provocación, alarmante e intensa, que jamás conociese en este bendito planeta.
Después de verle mi corazón suspiraba de gusto, como si no lo hubiese hecho durante cientos de años..
Su mirada. Esa mirada. Aunque hubiese querido no la habría podido desviar, lo sé. Tan intensa e ingenua a la vez. Me recordaba mi juventud.
...Pero más que recordar, me hacía desvariar en un viaje intempestivo, raudo e impreciso, un viaje que hacía sin tiempo ni espacio donde no había ya universo más que la unidad de la fuente original...
Para luego volver, de nuevo, a este lugar. Hora, tiempo, espacio. Y ella sigue en la cama fingiendo que duerme.
Después de todo, nos enamoramos en el tiempo y en el lugar que menos hubiéramos imaginado.
"Lo que daría por escuchar su voz..."
-Tienes un alma soñadora como yo ya sabía, mas me sigues sorprendiendo. Siempre me has sorprendido, siempre me das algo nuevo..- Recuerdo que me dijo una vez, y eso pensé. Me gusta sorprenderte, siempre anhelé darte algo nuevo cada día. La tomé entonces de las manos mientras el bello recuerdo de la primera vez insistía en mi cabeza. "Huyamos de aquí. Tú, yo, nadie más"
Y las cosas terminaron, y ni cuenta me di realmente.
Es de aquellas veces que, se logra comprender, y sin embargo, al hilar pensamientos y hechos, la coherencia no va de la mano con ellos. Y se sufrió. Porque de pronto ya no se puede entender, y mucho menos aceptar.
¡Y cielo santo! ¡cuánto miedo sentí entonces! Miedo a lo que no sabría enfrentar, y a lo que desconocía.
Y el Tal vez no hubiera.
Creo que puedo prepararme. Creo que puedo soportar... Creo que puedo esperar.
Y, sonriendo, creo que confesaré... que no soy capaz de lo que creo. Mas ya no duele. No, no duele. Está bien.
¿Incertidumbre hay? ¿Puedo vacilar?
-Puedes- Me repite tramposamente una voz en mi interior.
Pero no lo haré, no deseo. No habrá tal. Reitero, está bien. Está bien.. ¡Está bien! No hay mentira, es verdad.
Mas el temor es necio en apartarse.
-A veces las despedidas son necesarias. –Me dices en susurro, despertando. Te miro.
Tiemblo... pero mi mirada es fija, ni divago en mi habla, mas mi pensar es un bosquejo imposible de descifrar. Mis labios se fruncen dibujando una mueca de desacuerdo. Mis párpados desean cerrarse. Mi determinación flaquea..
¡No puedo! ¡No lo permito! – repite ahora la voz dentro mío- mis rodillas se doblan... pero mi voz sigue intacta. El coraje sigue ahí, amenazado por el temor, mas no es vencido aún.
-¿Aún no?- Preguntas.
-¡Aún no! –Respondo en grito. ¡Déjame! Apártate. Vete... Pero quédate.
Finalmente decido. Mi voz casi muda, un nudo: ¡LARGATE!
Mis ojos se abren de par en par. Lloro. Me estás mirando, incrédula... ¿Es que acaso es ahora el miedo el que te traiciona a ti? ¿Es que acaso no habías notado lo que causabas en mi ser?
-No importa. (Al final, nunca lo hace)
“A ambos.”
Fin.
Martes, 14 de Febrero, 2006 (11:07 hrs.)