A lado del camino
Iyari Feria.-
30 de abril, 2009
Iyari Feria.-
30 de abril, 2009
Le dolía el estómago y sentía ganas de vomitar. Estaba cansado y tenía sed. Sentía las piernas débiles y de pronto pesadas.
Iban en el carro: no sabía si sus ojos se habían hecho sensibles al aire acondicionado, o estaban muy débiles; pero lagrimeaba en silencio, y su compañero no lo notaba. No era algo novedoso.
Ver sin ver, estar sin estar.
¿No estar, pero estar?
Que complicado se le había vuelto todo de nuevo.
Llevaba cierto tiempo enorgulleciéndose de minimizar las cosas y volverles sencillas, sobrellevables. Porque pesaban, pero cargaba sin problemas.
Era agradable.
Agradableblemente insoportable.
Qué iluso.
Uno no puede negar lo que es por mucho tiempo sin alguna alerta inconciente. ¿No justamente lo había comprobado recién?
Las lágrimas no eran por el aire acondicionado. Pero eran lágrimas al final. La mierda de siempre que realmente no significaba nada.
Sería pasajero, pensaba.
Era justo... era su turno.
Ser feliz con una base fingida, no era felicidad después de todo.
Pero.. ¿qué es felicidad?
"Felicidad es estar bien": Tan sencillo y complejo a la vez.
Observaba las calles y la gente pasar a través de la ventanilla. La voz de Fito Páez resonaba en su cabeza, y con ello, el inevitable antojo por un cigarrillo. Sonrió internamente.
Lo único de lo que estaba seguro, es que ya estaba cansado de discutir. Y con esas ideas, el pensamiento de que necesitaba volver a dormir bien, se azomaba en su cabeza.
Algo le decía su compañero, y algo le respondía él.
Al finalizar el día no recordaba qué carajos había sido. No recordaba exactamente porqué las lágrimas y se daba cuenta que el antojo del cigarrillo no había sido saciado.
Pero ahí estaba, acostado, vacío y oyendo a Fito Paez decir lo que él jamás podría en voz alta, al mundo.